Caramarca, un paraíso turístico en el corazón del valle bajo
Contra viento y marea sigo gritando a los cuatro vientos que
las ya “afamadísimas ferias semanales” que tenemos en Cochabamba debería de
cambiar en su forma de organización. Pues a estas alturas la cantidad no
importa, sino existe la calidad, acompañada de actividades diversas.
Otro de los airados reclamos que siempre vengo haciendo es sobre la forma “sedentaria” que estas ferias se viene desarrollando. Díganme que estoy equivocado sino es así, pero cuando uno llega a un determinado pueblo, casi uno nunca tiene la oportunidad de salir de las cuatro esquinas de su plaza principal.
No sé si estoy en lo correcto, no sí a muchos les parecerá
lo que pienso y siento, pero considero que de unas vez por todas estas ferias
deberían de convertirse en verdaderas vitrinas turísticas; vitrinas que bien
pueden ser aprovechadas para hacer conocer el tesoro más invaluable de cada región
como son los atractivos naturales y culturales.
Si fuera así, estoy seguro que los visitantes, que son la
razón de su existencia, volverían satisfechos a sus lugares de origen con
buenas expectativas y con el compromiso de volver a futuro. Y por supuesto, ellos
mismo se encargarían de recomendar a otros potenciales turistas.
Reza así el proverbio popular. El pasado domingo 18 de enero
tuvimos la dicha de viajar a la feria del Zapallo, realizada en la comunidad de
Caramarca, en el municipio de Sipe sipe, Provincia Quillacollo. Como ya es
costumbre, lo primero que chocamos fue con la falta de transporte, y después
con el recelo de las doñitas, no todas desde ya, pero reacias a que se pueda
tomar fotos a sus productos en oferta. Bueno, amén de ello, eso siempre pasa,
aunque no debería ser así, sino para que invitan, verdad. Más aún, para quienes
trabajamos en este campo de la promoción turísticas nuestro mejor producto a
vender es la imagen, pero, bueno…
Paisajes de ensueño
Lo más lindo de este viaje, sin duda fue ver sus hermosos
paisajes de ensueño, que a pesar de haber llegado hace varios años, nunca imagine
ver esta otra faceta, donde sus sembradíos vestido del eterno verdor de la
primavera y simulando la forma de un tablero de ajedrez nos dejó asombrados por
la peculiaridad tan generosa que ha tenido la madre naturaleza con esta comunidad,
haciendo de ella en un verdadero paraíso.
Todos en la movilidad quedamos sorprendidos con la hermosa
estampa que el valle bajo cochabambino nos tenía reservado. Paisajes únicos que
sin necesidad de viajar grandes distancias y con Bs 2.50 y unos 30 minutos
estaba a nuestro alcance.
Amén de la feria que tuvo su realce, entre las cosas más llamativas
que acaparó nuestra atención fue la existencia de varias especies de aves,
siendo las más comunes la ibis y la garza. No podría dejar de mencionar la hacienda
de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Al respecto, nuestro amigo Jorge Flores, un
colega del rubro, en ella aún viven sus descendientes. Otro atractivo relevante
es la existencia de los muros de un antiguo templo que, a decir de algunos
comentarios habría sido en pequeño convento perteneciente a los agustinos. Lamentablemente
éste se encuentra en ruinas.
En fin, viajar a esta comunidad es descubrir un montón de
atractivos donde la madre naturaleza es la privilegiada, seguida por las
costumbres locales.
Son todas estas cosas que los organizadores deberían de
tomar en cuenta a la hora de promover sus ferias, pues cuanto nos perdemos
cuando no salimos de las cuatro esquinas de la plaza, verdad.
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