| NUEVO DESTINO TURÍSTICO
Tiraque, la tierra del amor
Alfredo Medrano (+), escritor tradicionalista, al describir sobre las bondades turísticas de esta región, oportunamente define a Tiraque como la “tierra del amor”. Panorámica del valle interandino de Tiraque |
La pintoresca población de Tiraque, distante a 71 kilómetros al sureste de la ciudad de Cochabamba, ubicada en el punto de transición entre el valle interandino y la zona tropical del Departamento, cuenta con un sinnúmero de atractivos turísticos. Tan solo caminar por sus calles, como en sus alrededores, esta región encanta por sus diferentes atractivos de carácter cultural y la belleza natural de sus paisajes interandinos.
Sin embargo, tres
sitios merecen ser destacados, donde el misticismo y el romanticismo aflora por
donde se lo mire.
Estos tres sitios
naturales tienen un merecido sitial preferente en el Olimpo del dios del amor:
“Eros”, como la Fuente del Amor, la Cueva del Amor y el Bosque de los
Enamorados; tres atractivos naturales que con el devenir de los años se han
convertido en los iconos renombrados de la población de Tiraque.
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Fuente del Amor |
Para muestra un
botón, reza el proverbio popular. La fuente del amor es la que mayor cantidad
de adeptos convoca a la hora de hacer los amarres conyugales. Si así como lo
está leyendo. De acuerdo a los testimonios de los comunarios, las aguas que
emanan de esta fuente dicen poseer ciertas virtudes, pues cuando una pareja
beben de este elixir subterráneo, con seguridad sellan su compromiso de amor para
siempre.
La fecha más
frecuentada es durante la jornada del calvario, cuando se celebra la fiesta en
honor a la virgen de las Angustias, entre el seis al ocho de octubre. Para
quienes deseen experimentar estas tradiciones, la fuente se encuentra al final
de la calle Guadalupe, al pie del cerro San Salvador, en el sector este del
pueblo de Tiraque.
La cueva del amor
Río Millumayu, al fondo la piedra partida de Chéjta Rumi |
Al pie de una
enorme peña partida de nombre Ch’ejta
Rumi, justo a un costado por donde discurre el río Millumayu (río salado), se
encuentra este otro “nidito” del amor. Entre risas y comentarios satíricos, los
comunarios refieren que esta cueva es el refugio perfecto para cuanto enamorado
desea entregarse a los deseos carnales. Bien dice el refrán que “nadie habla
por ciencia si no es por experiencia”, al parecer nuestros interlocutores
también han conocido este reducto, pues sus comentarios y risas que denotan
cierta complicidad dejan entrever que es así.
Esto explica la
existencia de ciertas prendas íntimas de varón o mujer extraviadas en su
interior. Al respecto, los comunarios cuentan que los enamorados al ser espantados
por algún transeúnte ocasional, al darse a la fuga apenas logran coger su ropa,
dejando así algunas de sus prendas en la oscuridad reinante de la cueva.
Del romance al misticismo
Muy al margen de
servir como cobijo para los enamorados mortales, en tiempos remotos donde nace
la leyenda, al parecer esta cueva también ya era utilizada por otros seres
sobrenaturales y con los mismos fines. Una de esas tantas leyendas cuenta, que esta
cueva era frecuentada por una hermosa dama de cuerpo escultural, llamada la p’alga paloma (paloma partida en dos).
Montada en un corcel
blanco, en medio de un centelleo de luces, todas las noches a esta hermosa dama
se la veía ingresar a las fauces de la cueva: el motivo, según la leyenda, ella
tenía un romance con el diablo.
Desde esa fecha se
dice que este lugar no ha perdido ese encanto seductivo, por eso las parejas,
de cuando en cuando y como norma de tradición a menudo la frecuentan. Estas son
las razones para que el lugar fuera sabiamente denominada: la “cueva de los
enamorados”.
Bosque de los enamorados
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Bosque de los Enamorados |
Otro sitio preferido
de las parejas es el “bosque de los enamorados”. Cuando sus impulsores
decidieron forestar con eucaliptos y pinos la cadena de cerros que bordea al
pueblo de Tiraque, seguramente, jamás pensaron en que un día se convertiría en
el refugio preferido de los enamorados, y menos llamarse el “bosque del amor”.
Por esas cosas de
la vida, gracias a la frondosidad que han adquirido estas plantas, el cerro San
Salvador, además de las adyacentes, desde hace buen tiempo se han convertido en
el nuevo refugio de cuanto enamorado busca tener unos momentos de privacidad.
Los comunarios, una
vez más entre risas sarcásticas, comentan que gran parte del bosque han sido “loteados”
para convertirlos en otro “nidito del amor”. En otras palabras, cada lugar ya
tiene un dueño. Prueba de ello son los corazones grabados en varios troncos de
los árboles.
Más allá de las
creencias populares que pudieran encerrar estos sitios, la locación donde se
encuentran hace que el visitante pueda disfrutar a lo máximo del hermoso
paisaje de la zona, pues cada una de ellas tiene un encanto particular que ofrecer
y cada una de ellas también permite practicar desde el ecoturismo, senderismo,
hasta el turismo de aventura, y porque no la del “romanticismo”.
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